Siempre había esperado ese momento. Desde pequeña. En principio parece algo muy insignificante, pero yo lo esperaba con mucha ilusión.
Es solo un pequeño instante pero lo recordaré siempre.
Para mí supone un gran halago, no importa de quien proceda ese pequeño gran detalle. Para mí es un homenaje a la feminidad y al romanticismo. Da igual que sea signo de amistad, de amor, de afecto, de perdón, de celebración. Da igual la intención del otro. Siempre hace ilusión. Te hace sentir importante a alguien. Aunque siempre hará más ilusión si procede de una persona muy querida. O si procede de una persona de la que esperas algo más.
Ves al otro aproximarse vacilante, con una sonrisa nerviosa. Por fin se decide y con una caballeresca reverencia un poco teatral lo hace: te entrega una preciosa flor.
Da igual los sentimientos que te produzca el sujeto, siempre es un momento mágico. Será mucho más inolvidable si en ese momento el corazón te latía a dos mil por hora.
La flor ya está marchita, no así el recuerdo y la sensación que experimenté al recibir de unas varoniles manos mi primera flor.
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