8 de agosto de 2012

El museo de las palabras.

   Todo el mundo tiene algo que decir. Cosas interesantes, otras más insignificantes, algunas emocionantes, muchas divertidas, por desgracia otras tristes... Necesitamos comunicarnos. Compartir una preocupación o una alegría, nos alivia el sufrimiento y aumenta la satisfacción respectivamente.
   Aunque claro está que todas las personas tendrán algo que decir siempre. No existe un orden de intervención establecido, por eso, es muy importante, más que hablar, escuchar.
   A todos nos gusta de vez en cuando ser el centro de atención en un grupo contando nuestras vivencias, o llevar las riendas de una conversación; pero, nosotros ya conocemos y hemos escuchado nuestra propia historia. ¿ No es mejor escuchar lo nuevo, lo que los demás tienen que contarnos?
   Esto no quiere decir que seamos momias que no sean capaces de terciar palabra, pero es importante ( y también muy difícil) saber cuándo hablar y cuándo escuchar. Pienso que forma parte de la empatía.
   Es como cuando vas a un museo. En silencio observarás cada cuadro, cada obra de arte esperando ver qué impresión te produce, qué te transmite. Algunas obras nos encantarán simplemente, al primer golpe de vista, otras no nos gustarán pero aún así las habremos observado y las conservaremos, muchas requerirán una atención más paciente para comprender lo que nos quieren transmitir, otras nos hipnotizarán y no podremos dejar de mirarlas sin saber por qué...
    En cierto modo es como si cada persona fuera una obra de arte. ¿ No será genial observarla y descubrir cuál es su significado, qué nos quiere transmitir? ¿No será maravilloso imaginar la labor que cada pincelada, cada color elegido ha dado forma y ha influido sobre el resultado final que tenemos ante nosotros?
   Escuchar las vivencias ajenas es enriquecedor, podemos hacerlas nuestras y saldrán de nuestra memoria en el momento más oportuno.
   En determinados momentos seremos la tabla de salvación de esa persona que necesita desahogarse. Debemos estar receptivos.
   Está claro además que las personas que saben escuchar son muy valoradas, seguramente más que los charlatanes que escupen palabras sin ningún tipo de contención.
   ¿ No es extremadamente atractiva una de esas personas de las que se encuentran envueltas por cierto halo de misterio, de mirada tímida y cautivadora? Aquellas que se nos resisten en nuestro escrutinio de almas y personalidades. Estas figuras son encantadoras y el contador que mide sus intervenciones suele estar bien configurado.
   ¡ Qué bonito es escuchar! Así también sabremos valorar cuando nos escuchen a nosotros.
   La Gioconda tiene cautivado a todo el que la contempla, todos hablan de su enigmática mirada , ¿ no será tal vez que está callada, que parece escucharnos a todos y cada uno?



2 comentarios:

  1. Mas q su mirada a mi me hipnotiza su media sonrisa, de compromiso, de paciencia, de saberlo todo y reírse del mundo, de su mundo interior. Por supuesto q debía ser una mujer empática q sabia y comprendía su entorno .

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