Ramón era uno de esos hombres que forman parte del mar. Había nacido cerca de él. Nunca había ido tan lejos como para dejar de ver el metalizado mar. Tenía una estrecha relación con el mar, crecíó jugando con la húmeda arena, observaba cómo año tras año la huella de sus pies sobre la arena era cada vez más grande, su casa llevaba muchos años vigilando atenta el vaivén de la marea, el viento salado se había llevado muchos de sus pensamientos y sueños.
La costa era irregular. Las zonas de playa le invitaban al paseo meditabundo. Las zonas de escarpados acantilados le invitaban a la aventura. El casi continuo cielo gris era para él la mejor manta para aquellos azules y verdosos paisajes. El entorno había hecho de Ramón un hombre rudo, curtido, de carácter tímido pero muy apasionado. Era un pensador de mar abierto, de tempestad y oleaje. Tenía un pequeño barco pesquero cuyo nombre era "Begoña", con él se había ganado modestamente la vida. Antes de que amaneciera salía a pescar. Volvía pronto a casa después de vender el pescado y siempre encontraba a Begoña enfrascada en las tareas del hogar. Su desayuno estaba puesto en la mesita de la cocina, la que daba al pequeño jardín que tenía como fondo el océano. El café solo era su adicción, las austeras tostadas con mantequilla le encantaban. Begoña las preparaba para él amorosamente día tras día. Había conocido a su mujer muy joven y poco tardaron en casarse. Quererse había sido inevitable, como pasear descalzo por la playa y probar la temperatura del mar con los pies aunque haga frío.
Fumar en pipa era parte de su personalidad, de su estilo de vida. Empezó a fumar desde joven, conservaba la pipa que su padre le regaló poco antes de irse para siempre. Era valiosa, estaba tallada con madera de brezo. Siempre la tenía reluciente ( dentro de lo que le permitía la vejez de la misma), después de fumar la limpiaba con mucho esmero. Aunque casi siempre la llevaba en la boca, en el lado derecho. Había marcado la boquilla con sus muelas tras años fumando. La pipa hacía conjunto con su espesa barba, con los pantalones de pana, con el husky azul marino y con los gastados náuticos. Fumar en pipa le parecía una filosofía de vida. Con cada bocanada de humo aportaba algo de sí mismo al mar, al grisáceo cielo. Siempre la llevaba consigo. La pipa le acompañaba en su sobria y tranquila rutina.
Su matrimonio con Begoña era muy feliz, disfrutaban de las pequeñas cosas. Gozaban en la vida de un perfecto equilibrio. Hasta que un día Ramón se encontró completamente solo. Fué un duro golpe. Ahora el paisaje se le hacía verdaderamente gris, la humedad del mar le estorbaba. Canceló sus paseos y la pesca, a la que en sus últimos años sólo acudía por placer. Pasaba horas en el salón de su casa compadeciéndose de sí mismo. Su rutina era vacía, no tenía provecho.
Un día de invierno salió el sol y decidió salir en su barco. Embarcó, cogió la pipa y se sentó en la proa. El aroma del dulce tabaco y el calor de la cazoleta mezclados con el frescor de la brisa marina y el olor a sal le proporcionó mucha paz. Evocó sus momentos felices junto a Begoña, la echaba mucho de menos, pero no tenía ganas de salir adelante. De pronto el barco zozobró violentamente, tanto que perdió el equilibrio. En el brusco movimiento la pipa se le escapó de los labios y cayó al mar. Ramón comprendió al instante el mensaje de Begoña. Volvió a casa feliz y para comenzar su nueva vida compró una pipa reluciente para dejar sus muelas marcadas en ella. Una nueva compañera de pensamientos, esta vez positivos y proyectados a un futuro solitario pero prometedor. Sería un redescubrimiento de las pequeñas cosas. Una evocación de bellos recuerdos que le empujaran a continuar
Años después la vieja pipa llegaría con la marea a los pies de una pareja que paseaba. Muy deteriorada, ya sin esmalte pero con las marcas de las muelas intactas, pasaría a decorar un recién estrenado hogar.
La pipa que cayó al agua con las penas de un hombre, sería testigo de las alegrías de un luminoso nuevo hogar.
Esto ya va teniendo más cuerpo.
ResponderEliminarAhora hay que empezar a pulir.
Enhorabuena!!!
Gracias Thomas! Me encantan las críticas! Me he apuntado a un curso de escritura creativa, para eso, para pulir!
EliminarUn abrazo