2 de noviembre de 2011

Un placer diario.

Estudio Derecho y tengo clases de mañana. Después de prepararme salgo de casa y pacientemente espero a que llegue el ascensor, a veces no tan pacientemente. Entro en el ascensor y me invade la fragancia ( siempre es agradable, tengo suerte ) de la persona que ha ocupado el ascensor antes que yo. En el portal, que esta lleno de espejos, me aseguro de que el pelo y el maquillaje estén en su sitio. Aunque he de decir que en ese espejo uno se ve mas favorecido que en otros. Salgo a la calle y me invade ese aire fresco que acaba de desperezarme completamente. El trayecto hasta la universidad dura 20 minutos. Comienzo a andar y normalmente, en el primer trayecto, me cruzo con las mismas personas, las señoras que entran a misa en la parroquia, la madre con los hijos silenciosos y adormilados que se resisten a ir al colegio, los hombres trajeados y engominados y la señora elegante de pelo cano.
Enfilo una gran avenida y tengo que parar para cruzar. Bueno da la casualidad, rara, de que ese semáforo esta casi siempre en verde, lo cual, aunque sea insignificante detalle, da satisfacción. Paso por una cafetería en la que a pesar del frío, algunos se atreven a tomar el café matutino en la terraza de fuera con la sola compañía de un cigarro. Entro en el estanco, el propietario va en silla de ruedas y me conoce porque soy asidua, sabe de sobra qué marca de tabaco pediré pero aun así me lo pregunta. Es un hombre frío, pero su frialdad hace contraste con la calidez del local, luz tenue y mucho colorido debido a las filas y filas de cajetillas amontonadas por marcas en estanterías de madera. Sigo andando y llego a un colegio. La primera puerta es una residencia universitaria, veo como los chicos salen apresurados, con el pelo mojado y la carpeta en la mano. Más adelante esta el colegio, los padres dan los últimos besos y entregan las mochilas a sus hijos. Los niños saludan a la profesora que los recibe en el patio y se reúnen con sus compañeros con alegría, como si hiciera un año que no se ven. Sigo caminando al son de Crystal Fighters, Michael Jackson y Culture Club y me encuentro con unas pisadas que alguien hizo cuando el cemento aun estaba húmedo, es un ritual que yo introduzca el pie en ellas y las siga. Después hay unas escaleras que bajan al campus, todos los días las cuento, son 30. Así llego por fin al campus aunque aún hay un trecho hasta la facultad de Derecho. El campus es precioso y aún mas en otoño, cuando el contraste de los diferentes tipos de árboles esta en pleno apogeo. Amarillo, granate y el verde de los árboles perennes y el césped. Cuando voy caminando y no veo a nadie cercano me permito el lujo de cantar a pleno pulmón, esto sólo lo hago a solas ya que mi voz no es lo mas agradable de escuchar. Esto es muy emocionante ya que alguien puede salir de cualquier parte y romper mi soledad cantarina, lo cual sería muy vergonzoso. Hay un camino que guía a los estudiantes hacia las diferentes facultades, hace una curva no muy pronunciada pero va en cuesta así que a mí me gusta acortar por el campus y aparte de ahorrar tiempo es muy agradable. Cuando hay gente ver a todos los estudiantes alineados por el camino hace sentirte muy atrevida y audaz por ir acortando entre los árboles. Siempre llego con los zapatos mojados por el rocío y la humedad matutina. Ya llego a los edificios y veo como la masa se dispersa en diferentes direcciones camino de sus respectivas facultades, yo sigo recto ya que mi facultad es la última. Me fumo el primer cigarro del día antes de comenzar las clases.
Una rutina que llevo a cabo cada día, pero que depende del momento por el que esté pasando, se valora, se interpreta y se siente de forma distinta.

4 comentarios:

  1. Increíble... Me he transportado por completo a tu camino matutino y lo más importante: has conseguido tenerme enganchada hasta el final con una cosa tan sencilla como contar cómo es tu camino a clase un día normal. Y eso es complicado. Jo, ahora me da hasta bajón ir en coche; con la radio a tope y entre pitadas y frenadas por el camino esos pequeños detalles me pasan desapercibidos. Enhorabuena, ahora sólo espero que sigas escribiendo porque ya me he enganchado! Jejeje! (Por cierto, soy Fis)

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  2. Gracias Fís! Tu comentario me anima a escribir mas. Un beso

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  3. Aquí hay futuro de escritora.
    Genial lo de cantar cuando nadie te ve y lo de atravesar por la hierba!!!

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