En los numerosos cajones que forman nuestra memoria, hay uno que ocupa un lugar de honor junto al cajón de los recuerdos de la infancia: es el cajón de los momentos inolvidables. Es el único cajón de nuestra memoria cuyo contenido permanecerá inalterable, exceptuando el aumento de su contenido.
Por muy penosa que una persona piense que ha sido su existencia, siempre encontrará algún recuerdo positivo en éste cajón.
En nuestros momentos de bajo estado anímico, no tenemos mas que cerrar los ojos y abrir ese preciado cajón. Sabemos que ese cajón está ahí, pero, ¿ qué hace que un determinado recuerdo vaya a parar ahí?
Me lo planteo mucho últimamente, ¿ qué ingredientes hacen falta para que un simple momento en nuestras vidas se convierta en inolvidable?.
Hay diferentes ingredientes ambientales, mis favoritos son: la noche, la tranquilidad del campo, el sonido del río, un día tan soleado que te queme la frente, un día lluvioso que te cale el pelo, una solitaria calle...
Otros ingredientes, los escenarios donde suceden esos momentos: un banco sobre el río, una casa caótica y bulliciosa, el camino de la alameda, Saint Malo, un parque, "Granjafría", el colegio, la universidad, un colegio mayor, las murallas de una histórica ciudad, un bar...
El medio mediante el cual un momento comienza a ser inolvidable también es un importante ingrediente: un paseo, un silencio cómodo, una buena noticia, vivir algo por primera vez, una conversación, un agradable alboroto, un baile, unas simples palabras, recibir un mensaje por cualquier medio, una sonrisa, la contemplación de un bonito paisaje....
Son miles las cosas que se pueden enumerar como ingredientes que pueden conformar un momento inolvidable. Pero pienso que el ingrediente más importante que contribuye a un momento inolvidable es la compañía. Si estamos en buena compañía cualquier momento se podrá convertir en inolvidable más fácilmente. Aunque también hay momentos inolvidables que podemos vivir solos, ésto tiene mucho encanto también ya que no compartirlo con nadie, a veces, es más valioso.
Por suerte el ingrediente principal lo tengo y lo disfruto en abundancia.
Mi cajón de momentos inolvidables lo abro frecuentemente, parece que está lleno, pero no, ese cajón tiene un fondo infinito.
Cada persona es un mundo, los ingredientes inagotables.
Cada persona es un mundo, los ingredientes inagotables.
Me gustaría ser capaz de expresarme así. Precioso.
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarMe temo que no estoy de acuerdo en que dicho cajón sea inalterable. ¿Sabes? La memoria humana se va modificando con el paso de los años... No me refiero a pérdidas de memoria (que también...) sino a que al recordar un momento lo cambiamos ligeramente... De manera que al volver a recordarlo está un pelín cambiado. Y así se repite millones de veces (depende claro, de las veces que abras el cajón...). Aunque, en mi opinión, esto aumenta la magia del cajón. ¿Has visto Big Fish? Va un poco de eso ;)
ResponderEliminarComo siempre, las aportaciones de Ununcuadio tan interesantes. Si que es verdad que esos recuerdon van variando, incluso lo que recordamos y lo que en realidad fue puede diferir, pero en esencia pienso que no varía. Uno de mis momentos inolvidables fue ver por primera vez a mi primer sobrino, otra cosa es los detalles y matices que yo capté de ese momento.
EliminarVoy a hacer un blog paralelo desarrolando tooooodas tus aportaciones! jijij
Big Fish es una de mis pelis favoritas, me encanta!
Un abrazo!
Lo del blog paralelo no es buena idea... Te puedes volver loca, jajaja, con uno ya es bastante ;)
EliminarEntre todos los ingredientes echo de menos el olor, que muchas veces es el vehículo que nos trae un recuerdo inovidable:
ResponderEliminarDe un perfume, de una casa al entrar, del colegio, de una cuadra: el zotal, la paja fresca, el cuero... de un campo...
El olor está muy asociado a los recuerdos. Sobre todo a los buenos recuerdos.
Me ha encantado tu comentario Thomas! Es verdad que a veces olemos algo y pensamos, ¿a qué me recuerda esta olor? Por lo menos a mi me pasa.
EliminarVeo que tus olores tienen mucho que ver con Granjafría, ya sabes que siempre eres bien recibido allí. Y los caballos están recién herrados, jijiji.
Gracias por tu comentario,
un abrazo