Hay pequeñas grandes cosas que, conforme más mayor me hago, más aprecio y valoro. Me pasa con infinidad de cosas. Ésto me gusta, ya que es una delicia estar reaprendiendo y redescubriendo continuamente miles de cosas. Es como si hubiera perdido la vista durante muchos años y, de pronto la hubiera recobrado. Cosas que antes veía, ahora las miro y observo con más atención.
Me pasó el otro día con las estrellas. Siempre las he contemplado. Dormir en verano al raso con el cielo como techo, es un privilegio. Elevar tus últimos pensamientos del día a las estrellas, es envidiable. Trazar líneas rectas de una estrella a otra formando infinidad de dibujos, parece un juego al que hemos jugado todos de niños, pero sobre el papel; muy pocos lo hacen sobre el firmamento. Poner sobre la carretilla que forma la Osa Mayor nuestras esperanzas, deseos, amores, preocupaciones y pensamientos es liberador y reconfortante. Reflexionar sobre cosas profundas al contemplar la soledad de la Estrella Polar, es enriquecedor. Ésto siempre lo había valorado can más o menos intensidad.
Pero el otro día, de noche, mire al cielo y hubo algo que me sorprendió. Puede que esté completamente equivocada pero fué mi impresión. Las estrellas en invierno lucen con más intensidad. Eso me pareció y me parece. Nunca me había parado a contemplar las estrellas en invierno. El frío nocturno nos lleva presurosos a nuestras calientes y caldeadas casas.
En verano las observamos a ellas. En invierno nos contemplan ellas a nosotros.
Mi teoría: en invierno lucen más intensamente las estrellas en un cariñoso,pero vano intento de que nos llegue su calor en las frías noches. Aunque no nos llegue su calor, el espectacular firmamento que viste el invierno, no tiene precio. Ninguno somos merecedores de contemplar el tan grandioso espectáculo que gratuitamente se nos brinda.
Merece la pena de vez en cuando, alejarse un poco de la ciudad y pasar un poco de frío para contemplar los astros que, frustradamente luminosos y brillantes, pretenden calentarnos a millones de años luz.
Me gusta que tengas ese interés en redescubrir las pequeñas cosas que a veces, no valoramos.
ResponderEliminarGracias!
EliminarEsta entrada es espectacular!!! A mí personalmente, no hay nada que me guste más que tumbarme a mirar las estrellas en silencio, especialmente desde la playa...
ResponderEliminarGracias Hanjie! Me alegra que te guste. La verdad es una suerte poder contemplarlas desde la playa, yo no he tenido esa suerte de momento. Un abrazo, me alegra que pasees por el camino de la alameda de vez en cuando.
EliminarPor supuesto que paseo por el camino de la alameda, y muy a menudo. Siempre es un placer.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de no haber podido contemplar aún la maravilla estelar desde una playa...Se me ocurren soluciones a tu problema. Sabes donde vivo, todo está ya dicho.
Jo Hanjie! Las pamplonicas queremos verte! Hay que apañar algo!
Eliminar