22 de noviembre de 2011

Sin excepción.

 Somos como somos. Esto es indiscutible. Pero, debemos profundizar más. ¿ Por qué soy así? Yo no sería la misma si no hubiera vivido las circunstancias que me han tocado. Todos somos diferentes. Eso es lo divertido. Aunque hay personas a las que nos cuesta entender, el mero hecho de intentar ponernos en su lugar ya nos enriquece. También está el otro lado de la moneda, cuando nos sentimos alentados porque vemos que alguien nos entiende.
 Aunque hay veces en las que ser diferente no es una excusa. En determinados asuntos no debemos transigir porque una persona sea como es.
 Todos debemos intentar mejorar día a día para que nuestra vida sea más agradable y para hacérsela más agradable a los demás.
 Yo soy así. Cuando te preguntan quién eres, decir tu nombre y apellido, pensándolo, me parece muy poco. Aparte de ser una persona, dentro de mí tengo todo un mundo que nadie conoce a fondo. Y así, todos.
 Hay personas desconocidas, que nos cruzamos por la calle por ejemplo, y que nos despiertan un interés que no sabemos explicar. A veces pienso que tengo un radar interior que detecta a las personas con las que congeniaría muy bien. Ojalá fuéramos más atrevidos para acercarnos a esas personas y entablar una conversación. Pero las normas sociales nos lo impiden. El temor a una mala reacción del otro, a que piensen que vamos con segundas intenciones también. Cada persona tiene su vida y va a lo suyo, no hay tiempo.
 Pienso que todo el mundo merece ser conocido a fondo, siempre respetando la intimidad de cada uno, por supuesto. Esas cosas que no compartimos con nadie. Toda persona puede enriquecer a otra.
 Siempre está el problema, que yo también padezco, de las apariencias y del prejuicio. También está, aunque no digo que no influya, la barrera de la ideología y de la diversidad de opinión. Por eso, todos debemos hacer un esfuerzo. 
 Yo soy así. No sería yo, Teresa Goizueta Bicarregui, si no hubiera nacido en Navarra. Si no hubiera nacido en una familia de nueve miembros. Si no me hubiera criado en el campo. Si mi infancia no hubiera sido como la de Mowgli. Si no me hubieran inculcado mis padres determinada educación y valores. Si no hubiera adquirido el gusto por la lectura gracias a los "Cuentos Azerbaijanos".  Si no hubiera sonado en casa música todo el día. Si no hubiera sido una macarra en la adolescencia. Si no me hubiera cambiado de colegio. Si no hubiera tenido ese primer amor del que todo el mundo se avergüenza. Si no hubiera elegido estudiar Derecho. Si no tuviera unas grandes amigas con las que compartir lo que quiera. Y así un sinfín de cosas más.
 En definitiva, lo que nos hace son las circunstancias, las personas de nuestro entorno, nuestros gustos, nuestra libertad, nuestras aspiraciones, nuestra ideología, nuestro mundo interior.
 Lo que creo que está claro es que, aunque todos somos diferentes y la convivencia es difícil muchas veces, toda persona merece ser conocida. Todos queremos que nos conozcan como somos realmente y que nos acepten con nuestras virtudes y defectos, con nuestras circunstancias.
 El mundo interior de cada uno será un lugar por descubrir. A veces el viaje será duro y tortuoso, como si hiciéramos el París- Dakar. Otras veces será como hacer el Transiberiano, una auténtica delicia. El llegar, será siempre una satisfacción.

17 de noviembre de 2011

La más bella historia.

 Todos queremos encontrar una persona con la que compartir toda nuestra vida. Algunos ya la han encontrado. Alguien que nos complemente. Queremos tener una historia de amor de libro.
 Cada persona tiene sus exigencias, su listón. Ciertas características que inevitablemente debe reunir la persona a la que aspiramos. Suelen ser dos o tres cosas inamovibles, lo demás da igual.
 Creo que las mujeres somos más exigentes. Tenemos una idea más perfilada de lo que queremos.
 Toda mujer necesita a un hombre que sepa reconocer sus faltas como Raskólnikov; a un hombre que nos ayude en la adversidad como Darcy; a un hombre con un toque misterioso como Rochester; a un hombre fiel como Philip Hepburn; a un hombre aventurero como Charley Kinfaid; a un hombre cultivado como Osborne Hamley; a un hombre humilde como Heathcliff; a un hombre que nos mete en vereda de vez en cuando como Knightley; a un hombre que sepa cumplir su deber como Roger Hamley; a un hombre varonil y protector como Lievin; a un hombre que nos quiera a pesar de todo como Edward Ferrace.
 Todos sabemos lo que necesitamos, otra cosa es lo que aparece. Aunque lo que aparece no lo elegimos, lo querremos incondicionalmente.
 Aspiramos a tener una historia de amor digna de una novela, de una poesía, de una película. Pero aunque no seamos nunca protagonistas ni de un libro ni de un largometraje, para cada uno su historia será la más bella historia de amor jamás contada. Y la persona que encontremos, para nosotros, dejará a la altura del betún a cualquiera de nuestros héroes novelescos favoritos.

11 de noviembre de 2011

Las más oportunas.

 Siempre han estado allí, son hechos. Pero reparamos en ellas en determinados momentos. Son las señales que nos rodean, que aparecen en nuestro camino y pueden llegar a guiarnos. A veces aparecen para pararnos los pies, a veces para animarnos, a veces para que pensemos, a veces para que sigamos adelante. Pueden venir a cuento ante pequeñas bifurcaciones que se nos presentan cada día. A veces ante cuestiones y cosas más trascendentales.
 Llegan en el preciso momento en el que las necesitamos. Son las más oportunas. Pueden llegar a través de una conversación, a través de una persona, a través de una imagen, a través de un escaparate, a través de una canción, a través de un consejo. Tienen millones de formas de aparecer ante nosotros.
 Cada uno las puede interpretar a su antojo. Aunque sólo sean hechos que estén ahí, que existen y aunque para otras personas pasarían desapercibidos, para nosotros son señales que llegan en el momento en el que, por las circunstancias que estamos pasando, van a hacer mella en nosotros. 
 Ante su aparición nos alegramos, nos entristecemos, nos ponemos melancólicos, confirmamos nuestras teorías, confirmamos nuestros sentimientos, cambiamos algo que estamos haciendo mal, compartimos con el mundo algo que teníamos guardado...
 Que te atienda en un restaurante de comida rápida un camarero con el nombre de la persona que ocupa todos tus pensamientos; que una amiga esté estudiando ética y te lea un párrafo que te viene al pelo para despejar una preocupación que tenías; querer dedicar más tiempo a escribir y que se te estropee la televisión; tener un mal día y que una persona desconocida te sonría; quedarte sin tabaco y encontrar un pitillo en el bolsillo; creer que tus preocupaciones son las peores y ver a una señora harapienta pidiendo en la puerta de supermercado; pensar en tener que llamar a esa amiga que tienes un poco abandonada y que ese día te llame ella misma; tener ganas de llorar y que sin venir a cuento tu sobrino te diga, "te quiero mucho Tesi"; que te de pereza levantarte y que de pronto suene en la radio esa canción que siempre te apetece bailar; tener una opinión muy arraigada en la que nunca transiges y que un libro te haga ver otra perspectiva.
 Mi vida está llena de ellas, de señales. Son varias al día, a veces no nos damos cuenta pero llegan cuando uno más las necesita. Son oportunas. ¿ Habré sido yo señal, o habré provocado alguna en alguien? Prefiero no saberlo, así es más romántico.

9 de noviembre de 2011

Un pequeño detalle puede marcar diferencia.

 Muchos ilustres personajes de la Historia lo han llevado. Groucho Marx, Albert Einstein, Freddie Mercury, Salvador Dalí, William Shakespeare o Gandhi. Otros personajes no tan ilustres también, como Sadam Hussein, Lenin, Adolf Hitler o Stalin.
 A algunos les da un aire militar o aristocrático, a otros les proporciona clase, a otros estilo, a algunos virilidad, a casi todos severidad, a los mas famosos autoridad, a muchos belleza. Lo que está claro es que cada vez es menos usual verlo. Llama la atención ver que un chico joven lo lleve con orgullo. Si que es usual en hombres que ya han pasado los 50. Muy raro es, aunque yo lo he visto, en mujeres.
 Esta claro que favorece a una cara masculina, pienso que da masculinidad en todos los casos. Un misterio muy atractivo que algunas mujeres, entre ellas yo, valoran mucho. Es tan poco habitual encontrarse uno entre los jóvenes que al verlo, una mujer internamente se preguntará por el motivo que ha hecho que un hombre renuncie a la moda establecida y haya tenido la osadía, el atrevimiento y la originalidad de dejárselo. Como dice el refrán; " el hombre y el oso cuanto más peludo más hermoso".
 Algunos los llevan por motivos profundos como la tradición familiar, la ideología o porque lo consideran parte de su personalidad. Hay otros motivos como por ejemplo ocultar un defecto facial, o romper esquemas, o por simple y pura estética. Todos los motivos me parecen nobles.
 Hay hombres a los que no concebimos sin el, a mi me pasa con mi padre. Si se lo quitara, sería como si le faltara una pierna o un brazo. La imagen general que tengo de algunos varones variaría si no lo portaran de pronto.
 Dicen que todas las modas vuelven, por eso deseo fervientemente que vuelva la moda del grandioso, atractivo, varonil, favorecedor, arrebatador y cautivador BIGOTE! Un pequeño detalle puede marcar la diferencia.


2 de noviembre de 2011

Un placer diario.

Estudio Derecho y tengo clases de mañana. Después de prepararme salgo de casa y pacientemente espero a que llegue el ascensor, a veces no tan pacientemente. Entro en el ascensor y me invade la fragancia ( siempre es agradable, tengo suerte ) de la persona que ha ocupado el ascensor antes que yo. En el portal, que esta lleno de espejos, me aseguro de que el pelo y el maquillaje estén en su sitio. Aunque he de decir que en ese espejo uno se ve mas favorecido que en otros. Salgo a la calle y me invade ese aire fresco que acaba de desperezarme completamente. El trayecto hasta la universidad dura 20 minutos. Comienzo a andar y normalmente, en el primer trayecto, me cruzo con las mismas personas, las señoras que entran a misa en la parroquia, la madre con los hijos silenciosos y adormilados que se resisten a ir al colegio, los hombres trajeados y engominados y la señora elegante de pelo cano.
Enfilo una gran avenida y tengo que parar para cruzar. Bueno da la casualidad, rara, de que ese semáforo esta casi siempre en verde, lo cual, aunque sea insignificante detalle, da satisfacción. Paso por una cafetería en la que a pesar del frío, algunos se atreven a tomar el café matutino en la terraza de fuera con la sola compañía de un cigarro. Entro en el estanco, el propietario va en silla de ruedas y me conoce porque soy asidua, sabe de sobra qué marca de tabaco pediré pero aun así me lo pregunta. Es un hombre frío, pero su frialdad hace contraste con la calidez del local, luz tenue y mucho colorido debido a las filas y filas de cajetillas amontonadas por marcas en estanterías de madera. Sigo andando y llego a un colegio. La primera puerta es una residencia universitaria, veo como los chicos salen apresurados, con el pelo mojado y la carpeta en la mano. Más adelante esta el colegio, los padres dan los últimos besos y entregan las mochilas a sus hijos. Los niños saludan a la profesora que los recibe en el patio y se reúnen con sus compañeros con alegría, como si hiciera un año que no se ven. Sigo caminando al son de Crystal Fighters, Michael Jackson y Culture Club y me encuentro con unas pisadas que alguien hizo cuando el cemento aun estaba húmedo, es un ritual que yo introduzca el pie en ellas y las siga. Después hay unas escaleras que bajan al campus, todos los días las cuento, son 30. Así llego por fin al campus aunque aún hay un trecho hasta la facultad de Derecho. El campus es precioso y aún mas en otoño, cuando el contraste de los diferentes tipos de árboles esta en pleno apogeo. Amarillo, granate y el verde de los árboles perennes y el césped. Cuando voy caminando y no veo a nadie cercano me permito el lujo de cantar a pleno pulmón, esto sólo lo hago a solas ya que mi voz no es lo mas agradable de escuchar. Esto es muy emocionante ya que alguien puede salir de cualquier parte y romper mi soledad cantarina, lo cual sería muy vergonzoso. Hay un camino que guía a los estudiantes hacia las diferentes facultades, hace una curva no muy pronunciada pero va en cuesta así que a mí me gusta acortar por el campus y aparte de ahorrar tiempo es muy agradable. Cuando hay gente ver a todos los estudiantes alineados por el camino hace sentirte muy atrevida y audaz por ir acortando entre los árboles. Siempre llego con los zapatos mojados por el rocío y la humedad matutina. Ya llego a los edificios y veo como la masa se dispersa en diferentes direcciones camino de sus respectivas facultades, yo sigo recto ya que mi facultad es la última. Me fumo el primer cigarro del día antes de comenzar las clases.
Una rutina que llevo a cabo cada día, pero que depende del momento por el que esté pasando, se valora, se interpreta y se siente de forma distinta.

Para mí un reto.

 Hacía tiempo que quería hacerme un blog. He acabado por decidirme tras haber leído un blog que me pareció una delicia. Normalmente escribo en una libreta que tengo donde doy rienda suelta a la imaginación. Personalmente me gusta más escribir a mano, me parece más romántico y personal; aunque los fallos y los tachones quedan tambíen reflejados,pienso que tiene su gracia y su encanto que ahi queden.
 Normalmente escribo sobre cualquier tipo de tema, a veces escribo sobre cosas insignificantes, a veces sobre cosas que siento o pienso y de vez en cuando dibujo algo, cosa que se me da fatal, dicho sea de paso.
 He caído en la cuenta de que influye muchísimo en la forma de escribir, el tipo de literatura al que uno este acostumbrado. Leo de todo y me encanta pero tengo mis preferencias y se adónde ir para asegurarme una buena lectura. Personalmente acudo a los clásicos, en concreto a la literarura inglesa y a la rusa.
 Para mí este blog va a ser un reto porque estoy acostumbrada a escribir pero no suelo enseñar lo que escribo. Nunca llevo un hilo conductor, simplemente escribo lo que se me pasa por la cabeza.
 Asi empieza el Camino de la Alameda.