23 de julio de 2013

La tormenta me acunó.

Mi madre dice que soy "pajarraco nocturno". Por la noche me activo y me suelo acostar tarde. Ayer me fui a la cama tarde como casi siempre, y aunque no tenía sueño me obligué a acostarme para poder levantarme a horas cristianas y no perder toda la mañana en la cama. Para conciliar el sueño siempre necesito leer. Las letras son las que todos los días me llevan a reunirme con Morfeo, aunque ayer no necesité  ningún libro. Me tumbé en la cama, apagué la luz y encendí los sentidos.
La ventana estaba abierta. Siempre lo está, incluso en invierno. Entraba una suave y refrescante brisa que aliviaba la calurosa atmósfera que se había generado durante el día en mi cuarto. La caricia del viento tímido me refrescaba hasta el alma y me daba paz.
Los relámpagos iluminaban. Cada fogonazo de luz que iluminaba la habitación me traía un pequeño y bonito recuerdo. Una mirada furtiva, inocente y limpia. Un atardecer era el fondo de un perfecto y guapo perfil. Una casa abandonada en las Bardenas. Oí "tía Tesi". Humo de pipa poniendo olor a una amena tertulia. Fuegos artificiales en Pamplona. Risas entre amigas. Un rostro ruborizado.
Los truenos sonaban. De pequeña me daban miedo, ya no. Ayer eran el punto y seguido de mis pensamientos que saltaban de uno a otro sin ningún tipo de hilo conductor. 
La lluvia caía. El sonido de las gotas cayendo violentamente era la banda sonora, la nana que escuchaba. Pensé en la película de "Orgullo y Prejuicio", en Mr. Darcy declarándose bajo la lluvia, aunque ésta vez la cara del protagonista no era la de Matthew McFayden.
El olor a humedad invadía la habitación. Lo mejor de la lluvia, que ya de por sí me gusta bastante, es el olor. La lluvia despierta a las plantas y a los árboles, sus bostezos mientras se desperezan desprenden ese fresco y verde olor. Recordé "Granjafría" y me alentó verla pronto.
La luna llena estaba en un segundo plano. Ayer la luna llena se ocultó tras la cortina gris que formaban las nubes. Esa noche dejó que fueran únicamente los relámpagos los que dieran el toque de luz durante la noche. La luna llena, reina del cielo durante la noche, ordenó toque de queda también para las estrellas. 

La tormenta me acunó y consiguió lo que pretendía, me entró sueño.

Recé y me dormí.