29 de septiembre de 2013

Encantadora inocencia.

  
  La palabra inocencia tiene tres acepciones según el Diccionario de la RAE:
- Estado del alma limpia de culpa.
- Exención de culpa en un delito o en una mala acción.
- Candor, sencillez.



 Siempre me ha gustado la palabra "inocencia", tanto fonéticamente como por su significado. Es fácil observar su empleo en el ámbito jurídico por su segunda acepción. También solemos utilizar ésta palabra como adjetivo de los niños en general. Muchas veces se emplea con cierto aire de superioridad (¡Qué inocente eres...!), contra algunas personas. Ésto último me parece injusto. Nunca deberíamos acusar a nadie de ser inocente, ya que es una paradoja. Viendo las otras dos acepciones de la palabra, es claro que no cabe referirse a nadie con la palabra inocente en término de burla o de forma despectiva. Suele conllevar un grado más elevado de burla en el caso de que se le achaque a un hombre. ¡Error!
  No me puedo imaginar nada más atractivo que un hombre inocente, y no me refiero al ámbito jurídico. Un hombre cuya limpia alma se proyecte en una mirada también limpia, brillante, un tanto infantil que fije su mirada en ti y que te haga sentir cómoda y pacífica. Una mirada transparente que haga de altavoz de su propia personalidad, transparente, sin sombras que siembren desconfianza o duda. 
  Tampoco imagino nada más encantador que un hombre sonrojándose. Una cara sonrojándose es como un amanecer. La tez se va iluminando poco a poco, como el sol va iluminando paulatinamente conforme despierta. Los ojos se hacen por un momento más pequeños para dar protagonismo a la sonrisa, esa sonrisa que enmarcada en un rostro ruborizado es equiparable a cualquier bella obra de arte. Lástima que sólo sean segundos...
  Un hombre no es menos hombre por albergar inocencia en su ser, por no estar maleado, por no haber probado de todo... No digo que el resto sea menos hombre, pero un hombre con cierto grado de inocencia, por lo menos para mí, es arrebatador, ya que aun conservando toda su masculinidad es a la vez cándido y sencillo. Es capaz de sonrojarse y, por el hecho de no haber descubierto algunas facetas de éste mundo, es capaz de valorarlo más. 
  La inocencia es encantadora y enamora.